viernes, 21 de marzo de 2025

BUSCANDO EL VERDADERO ÉXITO EN LA VIDA

 


Lucas siempre había soñado con el éxito. Desde niño, le fascinaba la idea de triunfar, de ser alguien importante. En su mente, el éxito tenía la forma de autos lujosos, muchas mujeres bellas, una gran casa y muchos seguidores en las redes sociales. Sin embargo, algo en su corazón le decía que había más, que ese éxito no podía ser todo lo que realmente importaba en la vida, es que Lucas sentía un vacío en su corazón que no podía llenar.

Un día, mientras volvía de sus clases de la universidad agotado y caminaba por el parque de su barrio, se encontró con un viejo amigo de la infancia, David. Después de un abrazo y algunas risas recordando viejos tiempos, la conversación se volvió profunda. David le contó cómo su vida había cambiado en los últimos años: había dejado atrás sus ambiciones materiales desmedidas y se dedicaba a servir en la parroquia.

¿Sabes? —dijo David—. Antes pensaba que el éxito era acumular cosas y ser alguien importante, pero descubrí que el verdadero éxito es vivir con propósito y compartir lo que tengo. Ahora, cada domingo voy a la parroquia y eso me da una paz increíble.

Algo en las palabras de su amigo tocó el corazón de Lucas. Esa conversación quedó rondando en su mente durante toda la semana. El domingo siguiente, impulsado por la curiosidad y el anhelo de encontrar sentido a su vida, decidió ir a la parroquia para ver lo que su amigo había encontrado.

Al llegar, se sintió un poco incómodo al principio, pero conforme comenzó la misa y escuchó el Evangelio, algo se quebró en su interior. Era la Parábola de los Talentos (Mateo 25, 14-30), y cuando el sacerdote explicó cómo el éxito verdadero no es guardar lo que tenemos por miedo, sino arriesgarnos a multiplicar los dones que hemos recibido, Lucas sintió que esas palabras iban dirigidas directamente a él.

El sacerdote dijo:

"Muy bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor."


De repente, Lucas comprendió algo profundo: el éxito no era tener más cosas, sino multiplicar lo que Dios le había dado. Entendió que el éxito verdadero era vivir con propósito, usar sus talentos para servir a otros y dejar una huella positiva en el mundo.

Desde aquel día, su actitud ante la vida cambió radicalmente. Comenzó a ver el éxito no como un destino lleno de riquezas, sino como una actitud ante la vida misma. El éxito era levantarse cada mañana con gratitud y propósito. Era sentir que su vida tenía un valor inigualable porque Dios lo había creado con un motivo especial.

Lucas dejó de buscar aplausos y comenzó a buscar formas de dar. Se ofreció como voluntario en la parroquia, donde descubrió que ayudar a los demás le llenaba de alegría. En su trabajo, empezó a tratar a sus compañeros con más paciencia y empatía, descubriendo que liderar con amor era más poderoso que imponerse con autoridad.

Aprendió que el éxito es:

🌱 Un Camino Continuo: No se trata de llegar a una meta, sino de dar lo mejor de sí mismo cada día.

🎁 Ser un Regalo para el Mundo: Compartir sus talentos y habilidades con generosidad.

💎 Descubrir sus Recursos Internos: Identificar las "minas de talento" que Dios puso en su corazón y ponerlas al servicio de los demás.

💪 Levantarse cada Día con Fe: Sabiendo que su valor no depende de los logros materiales, sino de vivir según el propósito divino.



Lucas comenzó a vivir con amor y pasión, entendiendo que el verdadero éxito estaba en amar lo que hacía, en servir a los demás y en caminar cada día con humildad y confianza. Descubrió que el éxito no estaba en ganar más dinero o reconocimiento, sino en la satisfacción de saber que su vida estaba siendo útil y significativa.

Empezó a valorar las cosas pequeñas: una charla con un amigo, un abrazo de su madre, una sonrisa sincera en la calle. Cada momento se volvió precioso, porque entendió que el éxito era vivir el presente con gratitud.

Un día, mientras compartía con su grupo de jóvenes en la parroquia, Lucas les dijo:

El éxito no es lo que el mundo nos dice, amigos. No es lo que tienes, ni lo que logras. Es lo que das, lo que compartes, lo que amas. Es vivir cada día con fe, sabiendo que vales por lo que eres ante Dios, no por lo que los demás piensen de ti.

Sus palabras tocaron corazones, y muchos jóvenes se sintieron inspirados a replantear sus propios conceptos de éxito. El mensaje de Lucas trascendió porque no solo hablaba con palabras, sino con su propia vida transformada.

Lucas entendió que el éxito verdadero era dar y darse. Sentir que la vida es una oportunidad para convertirse en aquello que Dios quiere que seas. Era vivir cada día con esperanza, enfrentar las dificultades con fortaleza y confiar en que Dios sacará lo mejor incluso de los momentos difíciles.

Hoy, Lucas sigue caminando por la vida con la cabeza en alto, pero con humildad. Ya no busca el éxito como lo hacía antes, porque descubrió que el verdadero triunfo está en vivir la vida con propósito, con amor y con la certeza de que Dios le ha dado todo lo necesario para ser feliz.

💫 El éxito, al final, es una actitud ante la vida. Es vivir con amor, dar lo mejor de uno mismo y confiar en que cada día es una oportunidad para ser la mejor versión de uno mismo, bajo la guía y el amor de Dios. 💫

#SeOsquiere: ELOY

miércoles, 5 de marzo de 2025

UN CAMINO HACIA LA LUZ

 


Pedro caminaba por la vida con el corazón pesado, como si estuviera atrapado en un viaje interminable y solitario. Su alma, agotada y confundida, ya no encontraba sentido en aquello que antes le importaba. Sus estudios, la relación con sus padres e incluso sus amigos parecían distantes, como si se hubiera extraviado en un laberinto sin salida. La vida que una vez conoció se había desdibujado en sombras, y el dolor lo consumía, empujándolo cada vez más lejos de sus anhelos.

 Un día, tras una acalorada discusión con sus padres, Pedro decidió alejarse. Necesitaba un respiro, un espacio para ordenar sus pensamientos. Sin rumbo fijo, caminó por calles desconocidas, sintiéndose perdido tanto por dentro como por fuera. Había un vacío en su corazón, una ausencia que no podía nombrar, y aunque su mente estaba invadida por preguntas y dudas, ninguna respuesta llegaba a él.

Las horas transcurrían y el cansancio, tanto físico como emocional, se hacía más pesado. Sin que se diera cuenta, otro joven comenzó a caminar a su lado. "¿Por qué estás tan triste?", preguntó con una voz serena y comprensiva.

 Pedro, sorprendido de que alguien notara su aflicción, respondió con sinceridad: "Siento que mi vida ha perdido sentido. Estoy agotado... La escuela, mi familia, mis sueños... todo se ha desvanecido. Ya no sé qué hacer".

 El joven escuchó con atención y, tras un breve silencio, le dijo con dulzura: "¿Acaso has olvidado todo lo que has vivido hasta ahora? ¿No te das cuenta de que, aunque no lo comprendas en este momento, todo tiene un propósito? A veces, lo que parece oscuro y sin sentido es solo el preludio de algo más grande".

Pedro no entendía del todo sus palabras, pero en ellas encontró un inexplicable consuelo. Algo en su interior comenzaba a despertar. Mientras continuaban caminando, el joven habló con mayor claridad, recordándole historias que Pedro conocía bien, hablándole de esperanza, amor y propósito. Sin embargo, Pedro aún no comprendía quién era su compañero de camino.

"Pero, ¿quién eres tú para hablarme así?", preguntó Pedro en un susurro.

El joven sonrió con serenidad y siguió hablando, con una paz que Pedro no había sentido en mucho tiempo. A medida que avanzaban, el peso de su angustia parecía disiparse. Algo en él estaba cambiando.

Al llegar a una casa en el camino, el joven propuso: "Quedémonos aquí. La noche está por caer". Sentados a la mesa, el joven tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio a Pedro. Fue en ese instante cuando sus ojos se abrieron y, de repente, lo comprendió todo: aquel joven, aquel ser lleno de paz y sabiduría, era quien había estado buscando sin saberlo. Como si una luz cegadora iluminara su corazón, toda la oscuridad se disipó. La angustia se desvaneció, dejando en su lugar una paz infinita.

Pedro, con el corazón latiendo con fuerza, exclamó con asombro: "¡Es Él... ¡es Jesús!".

En ese instante, el joven desapareció de su vista, pero la transformación en Pedro ya era irreversible. Ya no estaba solo ni perdido, porque había encontrado lo más importante: la luz que siempre había estado con él, aunque nunca la hubiera visto antes.

Con el corazón ardiendo de gozo y gratitud, Pedro corrió de regreso a casa, a su familia. Ya no era el mismo joven abatido y desesperanzado. Ahora llevaba en su alma la certeza de que el amor siempre vence.

En su propio camino de Emaús, Pedro encontró la paz. Comprendió que, aunque la vida esté llena de sombras y momentos difíciles, siempre hay un sendero hacia la luz, un sendero guiado por el amor inagotable que nunca se apaga. El mismo amor que, al igual que con los discípulos en aquel primer Emaús, vino a buscarlo y a revelarle el verdadero sentido de su vida.

Este relato, inspirado en Lucas 24:13-35, refleja el viaje interior de Pedro, quien, en su dolor y desorientación, encuentra consuelo y comprensión en una revelación que transforma su existencia. Al igual que los discípulos de Emaús, Pedro experimenta un renacer a través de la presencia de Aquel que es la fuente del verdadero amor, comprendiendo que solo ese amor tiene el poder de vencer todas las dificultades.

#SeOsQuiere: ELOY

jueves, 13 de febrero de 2025

LA LOCURA DEL AMOR

 

Bodas de plata de Eloy y Lourdes - Parroquia de Horche (Gu) 8/06/2024


"Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva, y en tu nombre alzaré mis manos." (Salmo 63:3-4)

Hoy quiero hablaros de la locura del Amor, porque no hay tema más hermoso que este. El Amor verdadero es más que un sentimiento o una emoción pasajera: es una fuerza divina que nos transforma, nos eleva y nos impulsa a hacer cosas maravillosas. Es vivir con el alma despierta, con el corazón encendido y con la mirada puesta en Dios, la fuente inagotable de todo amor.

La locura del Amor nos llama a entregarnos sin medida, a dar sin esperar, a creer que todo es posible cuando amamos con un corazón sincero. Nos enseña que todavía podemos cambiar el mundo, que aún podemos ilusionarnos con las personas que amamos: nuestra familia, nuestro matrimonio, nuestros hijos, amigos, alumnos y compañeros de camino. Amar es también orar por ellos, encomendar sus vidas al Señor y confiar en su plan perfecto.

Lourdes, Víctor y Lucía, ¡os quiero con locura!


Vivir enamorados permanentemente, con un amor sincero y sin condiciones, es el mayor regalo que podemos recibir. La locura del Amor nos permite ver lo invisible, escuchar lo que otros no oyen y sentir con el alma lo que el mundo muchas veces ignora. Amar es decidir confiar, es lanzarse sin miedo, es entregarse sin reservas.

No estamos locos; simplemente vivimos fuera de los límites de un mundo que nos exige pruebas para creer. Pero sabemos que lo esencial no se ve con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. El Amor es el mejor ejemplo de ello.

Para amar de verdad, necesitamos un corazón grande, fuerte y valiente. Un corazón que se atreva, que no tema caminar, que sepa afrontar las dificultades con la certeza de que Dios nos sostiene. La locura del Amor nos da el coraje para hablar, para crear, para poner nuestros talentos al servicio de los demás.

Con ilusión, con fe y con la fuerza del Amor podemos llegar donde nadie ha llegado, hacer lo que nadie hace y experimentar una felicidad que solo puede venir de Dios, el Amor absoluto y eterno.


Bodas de plata de Eloy y Lourdes - Parroquia de Horche (Gu) 8/06/2024

#SE OS QUIERE CON LOCURA


viernes, 7 de febrero de 2025

APRENDER Y ENSEÑAR A PESCAR

 

Esta semana, quiero hablaros de aprender y enseñar a pescar. Sin duda, podemos ser más felices y hacer felices a los demás si aprendemos y enseñamos a pescar.

Pero, qué queremos pescar?

Os pongo algunos ejemplos: podemos aprender y enseñar a pescar para tener sabiduría, fortalecer la fe, cultivar la esperanza, vivir en paz y crecer en el amor. Porque no se trata solo de aprender a pescar para nosotros mismos, sino también de enseñar a otros, de ayudarles a encontrar y cosechar los verdaderos tesoros de la vida.

Sabemos que no es una tarea fácil. “Brilla en las tinieblas como luz para los rectos” (Salmo 112:4).

Necesitamos desarrollar las habilidades y destrezas para pescar esos tesoros. Y solo aquellos que han aprendido a ver con los ojos de la fe, a sentir con el corazón y a pensar con sabiduría, logran una pesca abundante. Son quienes se atreven a pescar donde los demás no pescan, los que confían en Dios y ven con los ojos del alma.

Porque los verdaderos tesoros no están en lo material ni en lo superficial, sino en los valores eternos: el amor, la fe, la esperanza, la paciencia, la misericordia y la paz. Estos valores no tienen precio ni están a la venta.

Hablamos de gestos tan sencillos y a la vez tan poderosos como una sonrisa sincera, una caricia que consuela, un abrazo que sana, la ternura de un padre y una madre, el valor de la familia y el talento puesto al servicio de los demás.

Me viene a la mente una frase de Will Smith que ilustra esta idea:

"Quiero hacer el bien. Quiero que el mundo sea mejor porque yo estuve aquí. Quiero que mi vida, mi trabajo, mi familia, signifiquen algo. Si no estás haciendo que la vida de alguien sea mejor, entonces estás desperdiciando tu tiempo."


Por eso, necesitamos aprender y enseñar a pescar, sobre todo aprender y enseñar la verdadera felicidad: aquella que proviene de servir, de amar y de entregar la vida con generosidad.

Se trata de crear una escuela de pesca donde se aprenda el arte de vivir, donde el foco esté puesto en la felicidad que nace de Dios. “Dichoso el que teme al Señor y se complace en sus mandamientos” (Salmo 112:1).

Aprender y enseñar a pescar es nuestra misión en la vida. Somos maestros y discípulos, aprendices y guías en el camino del Señor.

Por eso, sin duda, la educación y la formación en valores es la herramienta más poderosa para cambiar el mundo.

Aprender y enseñar a pescar es dar lo mejor de nosotros mismos: nuestro tiempo, nuestro esfuerzo, nuestra dedicación y trabajo. Es descubrir el talento que Dios nos ha dado y ponerlo al servicio de los demás, especialmente de los más necesitados.

Es dejar que nuestra luz brille para iluminar a otros y enseñarles a descubrir la suya. Jesús nos dijo: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mateo 5:14).


Es practicar lo que predicamos, experimentar lo que aprendemos, y sobre todo, vivir con un propósito: ser pescadores de hombres, como Jesús nos enseñó (Mateo 4:19).

Para terminar, quiero recordarte que tenemos un reto por delante: aprender y enseñar a pescar, a impulsar una nueva escuela de vida donde el amor sea la brújula y Dios el motor. Sin miedo, con valentía, con fe y siempre movidos por la fuerza del Amor de Dios.

"El justo no temerá las malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor" (Salmo 112:7).

#SeOsquiere